viernes, 21 de marzo de 2014

De visita al hospital!

Ciao ragazzi!

Tras los exámenes sobrevino un relativo tiempo de calma, tal calma que duraría poco...

Nuestras visitas al hospital comenzaron después de una noche de fiesta, cuando a mi queridísima amiga Judit no se le ocurrió otra cosa que caerse rodando por las escaleras del autobús y terminar estampada contra la puerta de salida del mismo...
A la mañana siguiente comenzó el dolor en el hombro, y tras darse cuenta de que era insoportable, por la tarde, y aunque llovía a cántaros, decidimos acercarnos en un momento al hospital que hay a 5 minutos andando de la residencia. Bueno, pues allá que fui yo, paraguas en mano y pintas monumentales, ya que el susodicho hospital estaba a tan solo 5 minutos andando.

Entramos en el hospital, bueno debería escribir la palabra entramos entrecomillada, ya que nos llevamos unos 10 minutos intentando encontrar la entrada a urgencias. Cuando al fin lo conseguimos, lo que allí había nos dejó estupefactas.
Las urgencias consistían en una pasillo, donde habían colocado tres mesas, en cada una de las cuales había un médico que te preguntaba que te ocurría... No nos lo podíamos creer, pero bueno, nos pusimos a la cola para contarle al doctor el motivo de nuestra visita.

Tras esperar un largo rato, sin que avanzáramos se nos acercó un señor vestido de verde, con una cada de amargado que no podía con ella, y nos preguntó que nos pasaba. Nos dispusimos a contárselo, con nuestro nivelazo de italiano, aunque con el diccionario en la mano en todo momento, y antes de dejarnos terminar nos dijo que allí que no atendían las urgencias de orto, que teníamos que irnos a la otra punta de la ciudad... Nuestra cara era un poema, en serio?? de verdad un hospital en el que atienden urgencias no puede ni siquiera mirar un dolor en el hombro??
Más que perplejas nos dispusimos a salir del hospital, y cuando avanzávamos hacia la salida nos paramos a preguntarnos que era aquello que acababa de pasar... Sin encontrar una explicación decidimos volver a entrar, a ver hablando con otro médico había más suerte, porque la verdad es que ni siquiera sabíamos donde nos había mandado el amargado del pijama verde.

Vuelta a entrar en el hospital, vuelta a la cola y tras 5 minutos más aparece el del pijamita de las narices; nos hacemos las locas, miramos a otro sitio, hablamos entre nosotras... pero aún así el señor nos reconoce, se acerca a nosotras y nos dice de muy malos modos que que hacemos allí de nuevo, nosotras nos hacemos las turistas que no se enteran de nada, pero aún así nos repite la información del principio y nos manda a la mierda.
Bueno, pues que le vamos a hacer, tendremos que ir al otro hospital.

30 minutos después y 2 kilos, cada una, más pesadas, a causa del agua que había absorbido nuestra ropa, llegamos al otro hospital.
Y he aquí la segunda odisea para entrar en el hospital; perooo, por que pondrán tan complejas las entradas a los hospitales en este país? Cuando al fin lo conseguimos nos dirigimos al mostrador y damos los datos de Judit. Ahora solo quedaba esperar a que la llamaran.

Lo que nos pasó mientras esperábamos es digno de ser contado. Nos sentamos rodeadas de la gente más extraña jamás vista. Había señoras en bata y zapatillas de casa, señoras con chandals nada favorecedores, por decirlo suavemente, que acompañaban de deportivas con cuña en las cuales había dibujado un tacón de color rosa. También apareció un señor con un collarín en una camilla, que abandonaron en mitad de la sala de espera, y que más tarde hicieron cambiarse de camilla por su propio pie, haciendo que casi se fuera de morros al suelo. Pero el colmó llegó con una señora que se sentó al lado de Judit, que aunque venia acompañada de su hijo, muy bien vestido y arreglado él, empinaba el codo en un tetrabrik de vino blanco cada vez que le quitaban el ojo de encima... INCREÍBLE PERO CIERTO.

Nosotras alucinábamos, no podíamos creer lo que veían nuestros ojos...

Tras una hora de espera se nos acerca un señor con su inmaculada bata blanca, que a todo esto se había tirado todo el tiempo sin quitarle ojo a Judit, y nos dice que que hacemos allí... COMO?? "De camping playa, pues a ti que te parece?"; me quedé con ganas de contestarle. Pero como somos muy amables y bien educadas le dijimos que esperar a que nos viera un médico, a lo que nos suelta que el no nos había registrado, le contestamos que le habíamos dado los datos a otro señor y nos dijo que el era el único que estaba cogiendo los datos y que se lo teníamos que decir a el. Por suerte cuando fue a comprobar nuestros datos se dio cuenta de que si estábamos registradas... Menudo incompetente.

Al final conseguimos entrar y ver un médico, aunque para lo que nos solucionó mejor nos habíamos ahorrado el chapuzón y la espera. Ni le inmovilizó el hombro ni leches que le dieran... Ibuprofeno y a casa.

Y así concluyó nuestra primera de muchas visitas al hospital, aunque he de decir que las siguientes no fueron tan divertidas, =(. Aunque he de dar las gracias porque siempre hay gente dispuesta a ayudar, y hemos conocido a un médico que nos está ayudando en todo lo que necesitamos y mucho más, GRAZIE MILLE!

Saludos de una extremeña!